Mi apreciada comunicante.
Es para mi un enorme placer (intelectual, claro está), recibir su amable post, lleno de insinuaciones tan platerescas como la fachada de la helmántica universidad junto a la que usted habita. Si su tanga de usted estuviera más cerca ya intentaría yo con todas mis artes (escasas por lo demás), hacer bueno el dicho de que uno ve mejor la tanga en el ojo ajeno que la paja en el propio. Mi precario estado sexual, agravado por la ingesta masiva de alcohol en más ocasiones de las que debiera, hacen que su proposición sea tentadora aunque arriesgada. Las gentes en mi estado tenemos en ocasiones un desastroso control de esfínteres y conductos adjuntos, de manera que podemos hacer el ridículo muy a nuestro pesar metidos en faenas carnales de tierna memoria.
Admito en todo caso el honor que usted me hace con su post y demás prendas que a buen seguro la adornan, y hace que, además, me vea yo más optimista ante el trato con el sexo femenino de lo que estaba al escribir mi anterior comentario.
Espero sus noticias. Suyo afectísimo y algo excitado: Manolo Cata.
Deseado amigo: Ayer le esperabamos a usted mi tanga y yo. Pero ha ocurrido algo. Me lo he tenido que quitar. Ya sabe, llevar prendas mojadas no es bueno para los catarros. Así que ahora la espera es mía solo. El tanga está en el tendal.
Manolo cáteme por Dios.